Para mi es difícil encontrar este tipo de hilos pues las lanas naturales ofrecidas en el comercio local y en la web son siempre muy gruesas.
Visité una feria artesanal de mi ciudad el mes pasado y encontré bellísimas lanas de oveja, con ese olor maravilloso que me encanta y colores naturales. Pero debido a su grosor, difícilmente las podría llevar al cuello como bufanda. Sin embargo, no pude resistirme al encanto de varias de ellas y compré.
Ya en casa las puse frente a mí y estudié su estructura. Estaban formadas por hebras dobles retorcidas y para mi fortuna, facilmente separables. ¡Eureka!
Pues bien puedo tener hilado más delgado a partir de uno grueso. Y por lo tanto el doble de metros. Para quienes tejemos a telar sabemos que lo más importante no es el peso sino ¡los metros!
Y así, pese a las sofocantes temperaturas veraniegas por este lado del mundo comencé con mucho amor y paciencia a separar las hebras.
Una vez separada la lana en dos ovillos de hilado más delgado que el original, las enmadejé para lavarlas. Ahora feliz de contar con cerca de 30º de temperatura ambiente para un secado completo y rápido.
Luego las madejas las convertí nuevamente en ovillos y quedaron listas para ser montadas en el urdidor o en las bobinas del transportador según las vaya a necesitar.
Para quienes entienden de títulación en las hilaturas: esta lana quedo en 2,5/2 , ligeramente más delgada que una shetland.
Al ir separando la lana sentí la sensación de estar hilando oveja. Al contrario de lo que pensaba, fue una labor muy relajante y de grandioso resultado para mí. ¡Estoy muy contenta con mis nuevos hilados de oveja!
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