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sábado, 20 de abril de 2013

UN POCO DE MI HISTORIA CON LOS TELARES.

Revisando viejas fotos encontré algunas que me rememoraron mis primeras y lindas experiencias con estas curiosas máquinas de tejer manuales: los telares.

Recuerdo que comencé con un marco cuadrado lleno de clavitos dispuestos de tres en tres con los que tejí multiples cuadraditos. Luego se unían para formar una tela grande.

Luego en el telar maya y el azteca tejí algunas bufandas, que lucían como tejidas a palillos pero muy vaporosas.

Por el año 2008 disfruté increíblemente con mi primer telar de peine, en el que tejí todo tipo de hilados y texturas. Fue una fructífera producción, pueden ver algunas bufandas en mis entradas del año 2008 y algunas cosas navideñas en las del año 2009. A las amistades y sus conocidos les encantó. Mi familia es algo más reacia a las cosas tejidas.

Pero como soy inquieta, no me quedé contenta con el telar de peine, de hecho no lo conservé, debí  hacerle unas fotos para el recuerdo. En fin ... por entonces notaba algunos detalles en el tejido que no me agradaban como orillos muy tensos, centros sueltos y bordes desordenados. Probablemente todos problemas míos, no del telar. Ahora habría sabido resolver aquello, enrollando la urdimbre con separadores rígidos en cada vuelta, apretando al máximo la tensión de los rodillos, etc

Cuando decidí cambiar a un telar más complejo, comenzó mi gran travesía de investigación de telares. Por cierto con ayuda de libros, revistas y esta tremenda herramienta que es Internet.

El telar mapuche es el que no deja de maravillarme por la simplicidad estructural y el tremenda e infinito caudal de posibilidades ante nuestras manos. Ahí queda de manifiesto el talento del tejedor. Es la lana y la credora como únicos elementos, el telar como armado no estorba ni compite con la tejedora. Es para mí el mejor telar que haya pasado por mis manos. Mi más profundo respeto a   nuestras abuelas mapuches por su gran talento que hasta hoy muestran frente a sus telares.

Otra gran virtud que veo en el telar mapuche es que las lanas no se cortan para instalar la urdimbre.  Un tiempo precioso bien aprovechado al solo ir pasando el ovillo las veces que sea necesario alrededor del telar hasta tener el ancho de urdimbre que quiero, solo cuidando de poner los listones de cruce de hebras que las mantiene separadas. Y vaya si las tejedoras sabemos  del tiempo que lleva un urdido e instalación de hebras en el telar. Acá todo es justo y simple y por si fuera poco con cero desperdicio.




Afortunadamente conservé una fotografía de los que tuve, por allá por el 2010. Como verán en primer plano se ve el telar más angostito ... pues lo utilicé para bufandas. Y al fondo apoyado en la pared uno un poco más ancho y corto.

Pero mi espíritu inquieto me hizo dejar atrás este mágnifico telar y explorar otros modelos, en los que fui experimentando sus diferencias y similitudes.

Por estas fechas tejo en un telar de cuadros con clavijas.




No es  muy grande, contiene 6 cuadros accionados por clavijas superiores que me permiten obtener dibujos muy variados. 
Sin embargo el enhebrado de la urdimbre suele llevar algo de tiempo y mucha concentración para evitar errores, de los cuales solo me daré cuenta cuando el tejido esté avanzado. Por esto es que muchas tejedoras prefieren agregar un poco más de urdimbre para tejer unos 10cm de tela de prueba, y así revisar el dibujo y detectar problemas. Todos corregibles en ese momento. Ya luego de los centímetros de prueba, el avance del tejido es muy rápido.
Es un muy buen telar de transición cuando se quiere dejar el telar de peine para acceder a grandes telares.
¡Felices tejidos a todos!

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