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domingo, 17 de julio de 2011

PIES CALIENTITOS

Este año les voy a mostrar zapatillas que he hecho por muchos años, pero solo en éste último me han traído un recuerdo muy especial de mi abuela. Ella era una maestra del bordado a mano, pero también tejía. Y en ocasiones, cuando la ibamos a visitarla, nos tenía de regalo zapatillas de descanso tejidas por ella a crochet. Tenían la caña alta que daban la vuelta a modo de solapa y se ajustaban con un cordón también tejido que formaba un lindo rosetón al frente.

La verdad, cuando niña no alcanzaba a dimensionar el amor que había detrás de su labor. Quizás porque sentía que era algo rutinario para ella. Pero hoy que la recuerdo tejiendo mis zapatillas, pienso que eran algo más que unas zapatillas que le hubiesen  podido tomar unas horas de trabajo. Eran una parte de ella que iba de vueltas con nosotros a casa.  Y eso la debe haber hecho sentir muy felíz.

Cada punto y cada hebra que tejemos a quienes queremos es mucho más que un montón de hilo con forma, es una parte nuestra que quiere irse junto a nuestros hijos y nietos. ¡Ahora lo entiendo!